ISSN: 2329-9509
Eduardo Frois Temponi, Lúcio Honório de Carvalho Júnior1 y André Gomes Ribeiro
Recientemente se ha prestado mucha atención a la posible relación entre el uso de bisfosfonatos y algunas fracturas femorales de baja energía. Estas fracturas se denominaron “fracturas atípicas” para distinguirlas de las “fracturas típicas” que ocurren en el cuello y región trocantérea de traumatismos de baja energía en ancianos y en la diáfisis femoral. Las fracturas atípicas son fracturas por estrés que ocurren en el fémur (región subtrocantérea o diafisaria) y están estrechamente relacionadas con el uso crónico de bisfosfonatos. Aunque la patogenia de la fractura atípica del fémur sigue sin estar clara, se han propuesto varios mecanismos patológicos. Se cree que el uso prolongado de bisfosfonatos disminuye la actividad de los osteoclastos al reducir la capacidad de remodelación del hueso y provocar una acumulación de microdaños con una resistencia ósea reducida. Hay un período pródromo de dolor antes de que se complete la fractura. Los pacientes que utilizan bisfosfonatos deben ser advertidos sobre la aparición de síntomas que puedan indicar una posible fractura atípica de fémur. Debe investigarse la aparición de dolor en la ingle o el muslo. La radiografía convencional suele ser el procedimiento de imagen inicial, seguido de resonancia magnética nuclear (RMN), tomografía computarizada (TC) o gammagrafía ósea. Los pacientes sintomáticos con una fractura incompleta se pueden tratar de forma conservadora o se les puede indicar una fijación profiláctica. Para pacientes con fracturas atípicas o una reacción de estrés, los bisfosfonatos deben suspenderse y debe iniciarse la suplementación adecuada de calcio y vitamina D. Alternativamente, en algunos casos se puede utilizar el uso de hormona paratiroidea (PTH) u otros agentes anabólicos óseos.