ISSN: 2165-7556
Itai Berger
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se encuentra entre los trastornos de salud crónicos más prevalentes que afectan a los niños en edad escolar [1]. El trastorno atrae muchas controversias [2,3]. Uno de los principales motivos de crítica es el proceso de diagnóstico, que en algunos aspectos es subjetivo y puede sesgarse con relativa facilidad [4]. Existe una discrepancia entre el creciente conocimiento científico biológico, genético y de imágenes y el procedimiento clínico de diagnóstico del TDAH [4]. En ausencia de marcadores biológicos disponibles que apoyen el diagnóstico en una visita clínica de rutina, se les pide a los profesionales que continúen y utilicen la entrevista clínica, la anamnesis exhaustiva, las escalas de calificación de padres y maestros, la revisión de los datos de las pruebas psicoeducativas y la observación directa [4 ,5]. Las deficiencias asociadas con los enfoques clínicos estándar sugieren una necesidad cada vez mayor de considerar estrategias complementarias para determinar la situación diagnóstica y evaluar el resultado del tratamiento.