ISSN: 2319-7285
L. Kalai Bharati
En los últimos años, la Inteligencia Emocional (IE) ha sido un tema popular de debate en el campo de la gestión. Ha sido elogiado como un predictor exitoso del desempeño laboral y la capacidad de liderazgo. Según la opinión popular y los testimonios laborales, la inteligencia emocional aumenta el rendimiento y la productividad; sin embargo, ha habido una falta general de análisis independiente y sistemático que sustente esa afirmación. En esta tradición, se han desarrollado medidas para la inteligencia social (Archer, 1980; Cantor y Kihlstrom, 1987; Kerr y Speroff, 1954; Stricker y Rock, 1990), la inteligencia práctica (Sternberg y Wagner, 1986) y la inteligencia emocional (ver, p. Davies, Stankov y Roberts, 1998; Salovey y Meyer, 1990; Schutte et al., 1998). Estos constructos se refieren a las habilidades cognitivas que se necesitan para resolver los problemas que normalmente se encuentran en la vida, por ejemplo, para resolver conflictos en el trabajo, colaborar con otros o adaptarse a nuevos entornos culturales y laborales. El presente estudio se centró en el concepto de inteligencia emocional y apuntó a las cualidades psicométricas de las valoraciones propias y de otras personas de la inteligencia emocional.