ISSN: 2161-0487
Rosalía Condorelli
La complejidad, como autoorganización emergente, es indicativa del fin de una ciencia que siempre ha arraigado sus propios fines, sus propias razones, su propio sentido en el proyecto más exaltante: hacer cierto lo incierto, saber ordenar para predecir y controlar el futuro, lo desconocido. La emergencia, con su carga de sorpresa e imprevisibilidad, y la no linealidad se encuentran en todos los niveles, en los sistemas físicos, inorgánicos y materiales, así como en los sistemas vivos, humanos y mentales. En este punto, podría surgir alguna pregunta: si esto es cierto, si todo es emergente, sorprendente, impredecible, ¿adónde nos lleva este reconocimiento? ¿Cuál es el sentido de la Ciencia? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿La Complejidad ‘promete’ y ‘permisos’ ayudarnos a comprender mejor la naturaleza y el comportamiento real de los sistemas, o ¿son la emergencia, la sorpresa y la imprevisibilidad realmente sic et simpliciter solo coartadas para ocultar nuestros fracasos científicos? ¿Estamos ante el fin de la ciencia? La complejidad, como “imprevisibilidad esencial” abre problemas a los que todas las Ciencias deben enfrentarse. Y ciertamente, pone a prueba nuestra capacidad de redefinir la forma de concebir la Ciencia y sus objetivos, de ver y hacer Ciencia. Este documento se enfrenta a este problema. Innovando respecto al concepto de ciencia clásica, el estudio de la Complejidad y el Caos, si bien no puede articularse con fines predictivos, gira en torno al imperativo de tomar en cuenta los mecanismos subyacentes que gobiernan los fenómenos reales y que estructuran y generan estabilidad y emergencia, mediante la modelización deterministas no -estructura de interacción lineal en sistemas físicos y humanos. En Física, Química, Geología, Biología, Medicina, Neurociencia así como en Sociología, Psicología y Psicoterapia, Economía, Política y Relaciones Internacionales, el modelado no lineal puede introducir una nueva forma de concebir la previsibilidad.