ISSN: 2385-5495
Lynne Bowyer, Grant Gillett
La mayor parte del discurso contemporáneo sobre el suicidio en Nueva Zelanda se enmarca en términos epidemiológicos o como un problema médico interno del individuo. La epidemiología se centra en las estadísticas y ha enfatizado excesivamente las cifras de suicidios de adolescentes, oscureciendo el hecho de que el suicidio afecta a todas las edades y es un problema importante en Nueva Zelanda. Necesariamente reescribe las historias de casos individuales en términos de características compartidas, factores de riesgo y "eficacia"; intervenciones generales (estadísticamente probadas). El enfoque médico enmarca el suicidio como una disfunción individual, un problema de ‘salud mental’ problema, para que se convierta en una manifestación de un problema ‘interno’ o ‘subyacente’ problema que afecta a un individuo. Argumentamos aquí que el suicidio no puede entenderse adecuadamente a través de la epidemiología ni de la patología individual. Una descripción adecuada debe abordar las estructuras interrelacionales y sociopolíticas que enmarcan el mundo de la vida de un individuo. Un mundo de vida sustentador y sustentable fundamenta a un individuo dentro de un ÄÂÂthos que brinda oportunidades significativas en las cuales habitar, y que es capaz de afirmar y capacitar a una persona para vivir bien con los demás. Por el contrario, el discurso neoliberal alienante y fiscalmente impulsado del individualismo que hemos llegado a habitar no está logrando anclar a las personas en un mundo de vida significativo y sostenible, ya que erosiona las estructuras sociales genuinamente solidarias y solidarias. Una de las consecuencias más visibles y trágicas de esto toma la forma de suicidio, una posibilidad que vemos que cada vez más personas en nuestro país están actualizando.