ISSN: 2165-7556
Paul Altchley
A medida que los teléfonos y los automóviles se vuelven más inteligentes, los conductores parecen volverse más tontos. Los conductores toman decisiones para utilizar la tecnología de comunicación en los vehículos con mayor frecuencia, en detrimento de la seguridad vial. El Consejo Nacional de Seguridad estima que el 28% de los accidentes en los Estados Unidos son el resultado de conductores distraídos por la tecnología del automóvil. Los costos personales y económicos de estos choques son asombrosos, lo que resulta en miles de vidas muertas y miles de millones de dólares en costos cada año. Los beneficios de la capacidad de conectarse a las redes sociales mientras se conduce es menos claro. En este complejo problema, ¿qué papel pueden jugar el diseño y la ergonomía? Mejorar el diseño para que la tecnología sea más fácil de usar es una forma de reducir la carga que nos imponen las nuevas tecnologías. Por ejemplo, los dispositivos que permiten el uso de manos libres o que nos leen en lugar de apartar la vista de la carretera se promocionan como formas de permitir que los usuarios interactúen con la tecnología, sin dejar de ser seguros. Sin embargo, nuestra capacidad cognitiva es finita. No podemos hacer malabarismos con un número infinito de tareas. De hecho, solo podemos hacer una cosa a la vez. El diseño puede hacer que cada operación sea más fácil y, por lo tanto, requiera menos tiempo, pero cada vez que cambiamos de una tarea, hay un costo.