ISSN: 2167-1044
Christophe Fortin, Gilles Dupuis, Andr Marchand y Bianca D Antono
Antecedentes: Se ha reconocido que la depresión tiene uno de los problemas psicológicos más críticos después de un infarto de miocardio (IM), su presencia asociada con reingresos y muerte, aumenta los costos de atención médica y aumenta la utilización de los servicios. Por razones teóricas y clínicas, El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) debe ser considerado como una condición psicológica predisponente para la depresión. Sin embargo, no se ha evaluado claramente su impacto en la intensidad y presencia de la depresión 6 meses después de un IM.
Métodos: De los 870 pacientes elegibles en tres hospitales canadienses, 339 completaron el protocolo de investigación. Los pacientes completaron un inventario de depresión (BDI-II) y PTSD (MPSS-SR) de 48 horas a 14 días después del IM para evaluar la prevalencia de ambos trastornos. Completaron nuevamente el BDI-II seis meses después de su IM para investigar el efecto predisponente del PTSD sobre la depresión.
Resultados: Con base en el punto de corte de la sintomatología de sus respectivos instrumentos de medición, la prevalencia de PTSD-depresión comórbido fue del 11,5%. Los pacientes con sintomatología de TEPT un mes después del IM informan un alto nivel de sintomatología depresiva 6 meses después del IM. El nivel de depresión a los 6 meses para los pacientes comórbidos no fue diferente del de los pacientes deprimidos o traumatizados’ nivel al mes.
Conclusión: Los resultados sugieren que la presencia de sintomatología de TEPT al mes es un Se recomienda condición predisponente para el desarrollo de depresión y su evaluación en una rutina de investigación post IM.