ISSN: 2155-9570
Caroline Baily y Michael O’Keefe
El glaucoma afáquico es la complicación a largo plazo más común que se observa después de la cirugía de cataratas congénitas. Tiene una incidencia reportada de entre 15% y 45%. Se han identificado muchos factores de riesgo que incluyen microcórnea, cirugía temprana, vasculatura fetal persistente, síndrome de rubéola congénita, síndrome de Lowe, inflamación crónica y material del cristalino retenido. El diagnóstico suele ser difícil ya que los signos clásicos del glaucoma congénito, como la epífora, el blefaroespasmo y el buftalmos, suelen estar ausentes. Además, también es difícil realizar exámenes oculares precisos en niños pequeños y generalmente se requiere un examen bajo anestesia. La intervención quirúrgica a menudo se requiere con tratamiento médico que proporciona una terapia adyuvante. Las técnicas quirúrgicas realizadas incluyen trabeculectomía con o sin agentes antifibróticos, dispositivos de drenaje para glaucoma (con y sin válvula), procedimientos ciclodestructivos, goniotomía y trabeculotomía. La trabeculectomía con mitomicina C y los dispositivos de drenaje para glaucoma son los dos procedimientos más comúnmente realizados. A pesar de los considerables avances que se han hecho en el manejo del glaucoma afáquico, todavía plantea un dilema de manejo importante. A pesar del mejor estándar de atención, dos tercios de los niños afáquicos terminan con una agudeza visual media de ≤ 20/400.