ISSN: 2161-0398
Sofia Kottou, Dimitrios Nikolopoulos, Efstratios Vogiannis, Dionysios Koulougliotis, ErmioniPetraki y Panayiotis H Yannakopoulos
El entorno electromagnético natural se origina en la Tierra (fuentes terrestres) y en el espacio (fuentes extraterrestres). En comparación con los campos artificiales, los campos naturales son extremadamente pequeños, especialmente en la banda de radiofrecuencia. Los campos eléctricos y magnéticos existen dondequiera que se genere, transmita o distribuya electricidad desde centrales eléctricas o se utilice en aparatos eléctricos. Dado que el uso de la electricidad es una parte integral del estilo de vida moderno, estos campos son omnipresentes en el medio ambiente. La situación se hizo ‘más pesada’ con la impresionante evolución de la telefonía móvil y la tecnología de las telecomunicaciones. Los campos incidentes interactúan o se acoplan con el cuerpo humano e inducen corrientes y campos eléctricos y magnéticos dentro de los tejidos corporales. Se pueden inducir cargas oscilantes en la superficie del cuerpo expuesto y éstas inducen corrientes dentro del cuerpo. Existe un mecanismo de interacción diferente para los componentes de campo eléctrico y magnético. La dosimetría describe la relación entre los campos externos y el campo eléctrico inducido y la densidad de corriente en el cuerpo y el resultado sirve como base sobre la cual las autoridades recomiendan límites para la exposición humana. El campo eléctrico inducido localmente y la densidad de corriente son de particular interés porque se relacionan con la estimulación de tejidos excitables como nervios y músculos. La distribución de corrientes inducidas a través de los diversos órganos y tejidos está determinada por la conductividad de esos tejidos. Muchos mecanismos, principalmente cuando se trata de efectos térmicos, se vuelven detectables solo en campos por encima de cierta fuerza. No obstante, la falta de mecanismos admisibles identificados no descarta la posibilidad de efectos adversos para la salud incluso a niveles de campo muy bajos, siempre que se respeten los principios científicos básicos