ISSN: 2385-5495
Michaela Bercovitch
Desde la antigüedad, la obligación del médico era aliviar el sufrimiento. A pesar de este hecho, se prestó poca atención al problema del sufrimiento y la muerte en la educación, la investigación o la práctica médica. En el siglo XXI, la esperanza de vida aumenta, más personas viven con efectos graves de enfermedades crónicas y deben lidiar con muchos problemas complejos, alivio de los síntomas, efecto de la enfermedad en los roles y las relaciones, restauración o mantenimiento de la calidad de vida. Cada uno de estos temas crea expectativas, necesidades, esperanzas y temores, que deben abordarse para que la persona enferma se adapte y continúe viviendo y presenta un conjunto de desafíos de salud pública que requieren la atención de los responsables de la formulación de políticas. Tradicionalmente, la atención al final de la vida en forma de cuidados paliativos se ha ofrecido principalmente a pacientes con cáncer. Durante algunos años, este tipo de atención se ha ofrecido para una gama más amplia de enfermedades graves y se integró de manera más amplia en todos los servicios de atención. El hospicio se creó como un programa coordinado que brinda cuidados paliativos a pacientes con enfermedades terminales y servicios de apoyo a pacientes y familias, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Los servicios son integrales, manejados en base a las necesidades físicas, sociales, espirituales y emocionales durante el proceso de muerte por un equipo interdisciplinario médicamente dirigido que consta de pacientes, familias, profesionales de la salud y voluntarios (OMS). El tratamiento de hospicio es la forma más personalizada de cuidar, al reconocer al paciente no solo como una parte del cuerpo, sino como un ser único, con alma y psique. Cada paciente significa un nuevo libro para ser leído y entendido por el equipo. En consecuencia, el cuidado de hospicio es flexible y las intervenciones paliativas agresivas tienen que responder algunas preguntas: ¿Cuál es el objetivo de la intervención? ¿Tiene la intervención posibilidades de alta eficacia? ¿Cuál es el impacto en el paciente (efectos secundarios, complicaciones, molestias)? ¿Cuál es la esperanza de vida? ¿Y qué quiere el paciente? El programa de hospicio está limitado para aquellos pacientes diagnosticados con una enfermedad terminal con un ciclo de vida limitado y no es obligatorio en el sistema de atención médica. El hospicio es una elección y cualquier individuo tiene derecho, de conformidad con la ley, a decidir cómo ser tratado ante una enfermedad terminal. Aquellos pacientes que se nieguen a aceptar la inminencia de la muerte y quieran seguir luchando no son elegibles para el hospicio. Los que prefieren concentrarse en vivir lo más cómodamente posible hasta su último día prefieren el cuidado de hospicio.