ISSN: 2572-3103
Michael Iannicelli
El propósito del estudio es proporcionar detalles novedosos sobre cómo el omnipresente, sin mandíbula, parásito, conodont-animal: creó pequeños conductos dentro de su huésped-víctima epidermis para retirar sus fluidos corporales; y luego granuló cualquier fragmento descompuesto de la epidermis. Se determina aquí que la fuerza motriz se debió únicamente a los movimientos frenéticos y agitados de la víctima-huésped mientras intentaba liberarse del apego parasitario del condón(es). Esto indujo un movimiento oscilante de vaivén de la epidermis hacia los dentículos estacionarios del elemento S que dio como resultado una acción de pinchar y/o raspar hasta que se logró el corte de la epidermis. De manera análoga a eso, serían espinas en un tallo de madera porque el movimiento accidental de los animales hacia espinas estacionarias y afiladas da como resultado la penetración y el corte de una epidermis. Esa analogía está respaldada por el simple hecho de la máxima nitidez compartida por las espinas y los renombrados dentículos. Asimismo, el concepto anterior se aplica a la oclusión de dentículos del elemento P. La oclusión fue impulsada mecánicamente por los mismos movimientos bruscos de la víctima-huésped parasitada que dieron como resultado que los dentículos del elemento P se balancearan o chocaran entre sí, lo que logró la pulverización de los fragmentos de comida. Todo esto implica que el cerebro conodonto no tenía control sobre la oclusión de sus propios dentículos porque los dentículos’ El trabajo de cortar y triturar se sincronizó con los movimientos angustiados de la víctima-huésped parasitada.