ISSN: 2165-8048
Ippei Kanazawa
Estudios previos sobre la función de los adipocitos han revelado que el tejido adiposo no solo es un órgano de almacenamiento de energía, sino también un secretor de una variedad de moléculas biológicamente activas llamadas adipocitoquinas. Desde que se descubrieron las adipocitoquinas, toneladas de investigadores han estado examinando su papel en la homeostasis metabólica y las enfermedades. La adiponectina, una de las adipocitocinas, ha atraído recientemente una gran atención, especialmente en el campo de la diabetes, debido a sus beneficiosos efectos antidiabéticos y antiateroscleróticos en la regulación de la homeostasis energética y la sensibilidad a la insulina [1]. Además, se ha demostrado que la función de la adiponectina está implicada en las patologías del cáncer y la artritis reumatoide [1]. Debido a sus numerosas funciones biológicas beneficiosas, se sugiere que la administración de adiponectina es un agente terapéutico potencial y que los tratamientos que aumentan los niveles de adiponectina en sangre y estimulan la acción de la adiponectina benefician los problemas de salud.