ISSN: 2376-130X
Paulo Castro
En 1950, Alan Turing propuso un criterio de decisión para la validación de inteligencia en una computadora. Simplemente, si un juez humano fuera incapaz de decidir a partir de dos testigos cuál era la computadora y cuál era el humano, la máquina habría adquirido inteligencia artificial. Aquí argumentaré que la prueba de Turing tiene un problema fundamental, que hace imposible proporcionar una validación de la inteligencia humana. De hecho, la prueba es indecidible y, por lo tanto, no puede considerarse una metodología válida para probar la inteligencia artificial. Esto no significa que la simulación de inteligencia humana en una máquina sea inalcanzable. Significa que necesitamos una teoría general que ofrezca características comunes de los agentes inteligentes y métricas específicas para probarla. Una teoría capaz de predecir el surgimiento de la inteligencia independientemente de nuestra propia apreciación subjetiva sobre cómo un sistema interactúa socialmente con nosotros. Si tal teoría es alcanzable o está a nuestro alcance, en los próximos años, sigue siendo un problema abierto.