ISSN: 2385-5495
Nefize Sertac Kip
La inmunoterapia es uno de los métodos más prometedores para tratar, curar y, en última instancia, prevenir el cáncer, que puede adoptar muchas formas, incluidos anticuerpos, vacunas y células T, cuando se utilizan los componentes del sistema inmunitario para destruir las células tumorales. Esta presentación se centrará en el uso de inhibidores de puntos de control para moléculas como PD1 y la personalización de vacunas tumorales, la manipulación del microambiente tumoral para mejorar la eficacia de dichas terapias. Un enfoque poderoso es la transferencia de células adoptivas (ACT), ya que las células T autólogas reactivas contra tumores derivadas de linfocitos infiltrantes de tumores (TIL) y luego modificadas genéticamente para expresar receptores de células T (TCR) altamente activos o receptores de antígenos quiméricos (CAR) pueden tienen potentes actividades antitumorales. En 2017, la FDA aprobó la terapia con células CAR-T dirigida al antígeno de células B CD19 para la LLA infantil. Del mismo modo, el bloqueo del punto de control inmunitario (CPB, por sus siglas en inglés) también se ha convertido en otro enfoque eficaz en el contexto del cáncer. Los anticuerpos monoclonales dirigidos contra la proteína de muerte celular programada 1 (PD1) o las vías de señalización del antígeno 4 de linfocitos T citotóxicos (CTLA4) han demostrado eficacia clínica en un amplio espectro de tumores malignos sólidos y hematológicos. Esto, una vez más, ha llevado a las aprobaciones de la FDA para el tratamiento no solo de NSCLC sino también de otros tipos de tumores sólidos. Sin embargo, es importante señalar que tanto ACT como CPB tienen limitaciones, ya que no todos se benefician de estas terapias. La terapia con células CAR-T está dirigida contra un solo antígeno diana y, por lo tanto, la eficacia clínica hasta ahora se ha logrado principalmente en aquellos con tumores de células B, ya que en su mayoría son uniformes y expresan un antígeno dominante común (CD19). Sólido los tumores, por el contrario, normalmente carecen de un antígeno de superficie común, lo que plantea un desafío para que este enfoque esté ampliamente disponible para todos los pacientes con cáncer. De manera similar, a pesar de algunos resultados prometedores que se han observado con la CEC, la tasa de respuesta objetiva (ORR) de una CEC con un solo agente se ha limitado al 30 % en la mayoría de los tumores. Sin embargo, hay un subgrupo de casos que pueden beneficiarse más en comparación con otros, y estas excepciones incluyen aquellos tumores que son microsatélites inestables (MSI alto por un ensayo molecular o MMR deficiente por IHC), alta carga de mutación tumoral así como alto contenido de neoantígeno. En este subgrupo de casos y aquellos con carcinoma de Merkel y linfoma de Hodgkin, las ORR de la CEC pueden estar en el rango de 50 a 80 %. Además, se ha informado que la actividad antitumoral de CPB está ausente o es mínima en cánceres con bajo contenido de neoantígeno, con carga de mutación tumoral estable en microsatélites. Por lo tanto, es fundamental predecir quiénes se beneficiarían de tales modalidades inmunoterapéuticas para estratificarlos mejor. Las pruebas moleculares también pueden predecir si no se puede administrar quimioterapia, ya que aquellos con MSI alto no obtendrían buenos resultados con la quimioterapia y se beneficiarían sustancialmente de los agentes inmunoterapéuticos. Ahora podemos evaluar el estado de MSI, TMB y neoantígeno de tumores sólidos y hematológicos, al mismo tiempo que proporcionamos su firma molecular. Esto es crucial para la terapia personalizada, por lo tanto, para determinar el pronóstico, seleccionar la terapia más beneficiosa y minimizar los efectos secundarios.